"Queremos una Justicia libre", dijo el presidente de la Nación, Mauricio Macri, aquel 10 de diciembre de 2015 en su primer discurso tras asumir el cargo. Lejos de eso, la Justicia fue la principal herramienta para perseguir a sus enemigos políticos y para avalar o, en el mejor de los casos, hacer la vista gorda, a medidas cercanas a lo inconstitucional y a la violación de los derechos humanos.

Hace menos de una semana, los titulares hablaban de la renuncia de la procuradora de la Nación Alejandra Gil Carbó, quien fue hostigada hasta el cansancio desde el poder ejecutivo para dirimir.

Hoy, la noticia no cambia de sendero, el Juez Contencioso Administrativo, Luis Federico Arias, enfrentado al macrismo por fallos como frenar tarifazos y a favor de los docentes, fue suspendido por un jury de enjuiciamiento por presunto "mal desempeño de sus funciones", por lo cual quedará apartado de su cargo por un mínimo de 90 días y con parte del sueldo embargado. "No bajaremos los brazos", respondió el magistrado.

Con 10 votos contra cero, el Tribunal lo removió hasta que se defina si lo destituyen, y, no conforme con la "suspención" decidió embargarle el 40% de su sueldo, a raíz de dos denuncias por supuesto mal desempeño de sus funciones.

Tras conocerse la decisión del jury, Arias utilizó sus redes sociales para responder y agradecer el apoyo de numerosas personas: "Me quedo con el calor de los abrazos mojados por la lluvia, y el inmenso afecto de la gente. No bajaremos los brazos. Que no se confundan, que este no es el final, sino el comienzo".

Sin duda, es una triste noticia para la libertad de los poderes y la vida democrática.